La Esperanza de un mundo sin Barreras no es Suficiente
*La Esperanza de un mundo sin Barreras no es Suficiente*
Vivir en la espera de un cambio, y con la expectativa de que otras personas los realicen, limita el proceso de la verdadera inclusión de las personas con impedimentos en nuestra sociedad. El deseo genuino de un mundo sin barreras requiere de acción. No es suficiente tener la esperanza de que nuestras comunidades serán accesibles. Como personas con discapacidad es nuestra responsabilidad levantar la voz y dar a conocer nuestros derechos. Estamos en un momento histórico donde el “*Nada Sobre Nosotros, Sin Nosotros”*, debe comenzar a resurgir y tener un nuevo rostro, color y contexto.
Es tiempo de que surjan de la comunidad de personas con discapacidad en Puerto Rico nuevos intercesores, comprometidos con el bienestar de todos, sin importar el tipo de discapacidad que tengamos. La falta de accesos, servicios y de empleo nos afecta a todos por igual, por tal razón el desarrollo de nuevos intercesores es imperante para lograr mayores cambios en el Puerto Rico de hoy.
Tomemos como referencia la historia de los derechos de las personas con impedimentos en EEUU; es gracias al Movimiento de Vida Independiente y a personas como Ed Roberts, Judith Heumann, Justin Dart Jr. y a otros que hoy podemos tener acceso a la ley de Rehabilitación de 1973, a la Ley ADA y otras leyes federales que nos permiten recibir servicios, educación, información, bienes y empleos.
A pesar del camino recorrido, aún nos falta mucho para eliminar por completo las barreras que evitan el acceso a servicios. Sin embargo, los modelos antes mencionados fueron líderes que no se basaron en la esperanza, sino en la acción. Acciones que trajeron resultados extraordinarios para sus vidas y para la de cada una de las personas que pertenecemos a la comunidad de personas con discapacidad. Sus acciones afectaron el sistema a tal grado que cambiaron la historia.
Es de suma importancia que cada uno de nosotros podamos entender y conocer nuestros derechos, para luego poder educar a las personas en posiciones de liderato y a nuestras comunidades. La educación es el principal agente de cambio, y es la primera acción que los intercesores debemos realizar. La discapacidad en nuestras comunidades no debe ser un tabú, mientras más consciente estén las personas acerca de la diversidad, tendremos acciones dirigidas a la inclusión, y tendremos personas que tratarán a otros de manera digna y justa.
Llegó el momento de desarrollar estrategias de participación inclusiva que contemplen a todos por igual.
Así que te exhorto a que declares conmigo: “Hoy yo no espero, hoy yo soy acción, hoy soy intercesor”.
¡Movámonos a la acción!
Nellyber Correa
Especialista en Asistencia Técnica
